Emebé

Y sin proponérmelo, suponiendo todo bajo control mientras asistía en compañía a un plan de teatro, de repente todo pasó… un tren de casualidades que supieron improvisar la vida, mucho mejor que la presentación del elenco que estaba a punto de ver, me desordenan la realidad y la vuelven un ejército de olas que se sorprenden tanto como yo al contemplar el vaivén de mis luces y mis sombras como en un trance musical, como derritiendo chocolate en los labios del cosmos, como nadando en cada tono y nota de su voz… como aferradas a la puntita perfecta de su nariz.

No, no sabía nada de Impro. Suelo ir a teatro ocasionalmente pero jamás había asistido a una puesta en escena con improvisación, quizá hasta desconfiaba de algo hecho sobre la marcha (como muchos de mis trabajos en la U). Aún así Ana me decía que iba a ser genial, que me gustaría mucho, me contó también que ella había pertenecido al grupo, pero por motivos personales se salió y que, gracias a lo determinada y radical que era, no volvería. Se supone que era la oportunidad para conocernos y hablar mejor, la última vez había sido un poco tosca conmigo, y yo realmente solo quería conocerla; por sus fotos y algo de lo que escribía por ahí, encontré en ella una potencial y agradable tertulia.  Nos encontramos en el Centro Comercial al lado de mi casa, boletas en mano tomamos un bus hacia el teatro y, en medio de las burlas que me hacía por mi estatura y la forma en que me tocaba doblar el cuello para no pegarme con el techo o contorsionar las piernas tras el espaldar de enfrente al sentarme en estos buses que parece que pretenden llevar gnomos en lugar de personas, comenzamos a charlar el uno del otro; gustos en Netflix, hábitos, formas de ser, intereses y demás trivialidades, que además de todo parecían no coincidir mucho, mientras llegábamos al teatro.

La conversación había mejorado y vaya que tuvimos tiempo para adelantar detalles, el teatro está escondido detrás del Centro Comercial, de tal forma que nos alcanzamos a perder un poco; finalmente llegamos, nos sentamos en la segunda fila, bien al centro. Sugerí el lugar para tener buena vista del escenario y mientras todo empezaba, cambiamos un poco más de charla y hasta los lentes, como todo gafufito que quiere ver qué tal le van los del otro, como quienes se prestan un pedacito de personalidad. En pocos minutos salió el hombre encargado de presidir el evento, dio los respectivos agradecimientos y a continuación cedió la palabra al director del grupo de teatro que vendría a escena. Tenía unos lentes sofisticados, vestía de negro y ciertas vetas vinotinto en su atuendo, barba amanecida y su cabello iba en puntas, el man tendrá unos cincuenta pero se manda semejante estilo. Habló sobre lo que haría su grupo de improvisación teatral, dio una breve introducción, convidó al equipo a escena y los presentó.

Mi instinto no se hizo esperar, mi vista la acechó de inmediato. Blanca, estatura mediana, entre 1.58 y 1.65, no más de 52 Kg, delgada y del busito vinotinto largo que llevaba, en cortos y delicados movimientos que dibujaban su cuerpo entre los pliegues de la tela, me dejó adivinar unas nalgas firmes y redondas además de sus lindas y modestas 32B, coronadas parcialmente por los flecos de su cabello acaramelado. Digo instinto porque eso es, es un agudísimo radar que en segundos opera las matemáticas sexuales que jamás habría aprendido en trigo o en física. A veces me aterra pero bueno, prefiero usarlo a mi favor, estoy seguro que de esos mismos radares también se usan cuando nos ven ellas a nosotros. En resumidas cuentas, a mis hormonas, al sudor incipiente en la parte baja del cuello y a mi saliva, llamó particularmente la atención…

Minutos después, para amenizar un poco y dar a entender al público de qué se trataba la improvisación en escena, solicitaron voluntarios para juegos de rompehielo. La primera en pasar fue una chica alta y acuerpada, el director siguió pidiendo gente y Ana me motivó a participar. Levanté la mano y me pidieron subir también. Me hice al lado de Bibiana, la chica que subió primero y, luego de escuchar las instrucciones de juego además de verla jugar a ella en primer lugar, tuve mi turno. Me preguntaron a quién quería retar de los cinco chicos del equipo y no lo dudé un segundo, la quería a ella…  Supe en ese preciso instante que la buscaría después, ya a menos de un metro de distancia me parecía exponencialmente más linda, su blancura no era tanta, hasta se me antojaba tibia su piel, sus ojos de cejas pobladas, su nariz perfectamente respingada, labios delgados y de un rojo vivo, húmedo. Todo, absolutamente todo empezaba a competir con la primera y más carnal descripción que le di. Su cabello ya no era de caramelo; las luces de la tarima lo bañaban con algo tenue y ligeramente cálido, parecía que le crecían hilos de miel de la cabeza. Comparada conmigo se veía frágil, liviana, podría romperla de un abrazo si quisiera, era un dibujo perfecto de delicadeza y hermosura adosados de una curiosa viveza en sus ojos. Y luego su voz…. ¡Pum! ¡Jueputa, su voz!

Me presenté como Felipe, traductor y profesor. Se supone que tendríamos que pasarnos la pelota diciendo palabras que empezaran por V; Vida, Verdad, Velocidad, Veloz, Vísceras, Vasco, Vidrio, Vitrina… y perdí, profesor de lenguas y todo, pero perdí. Perdí sin haber dicho lo más lindo y oportuno en esa burbuja de tiempo, ¡Voz!, ¡Vos!, ¡Carajo, vos y tu hermosa voz!.  Me bajé del escenario y volví a mi silla aún con sus sonidos casi que tatuados en la piel, conservaba todavía su balance grave y delicado; una voz de mujer vivaracha, risueña, con un lengüisopeo pueril y consentido me cantaba a dos centímetros de la nuca. Ya me era imposible no querer saber más de ella.

La función terminó, seguida de una adaptación de Antigona que disfruté mucho y a continuación todo empezó a sucederse de formas precisas. Nos fuimos de la sala y, antes de salir rumbo a casa, Ana dijo que esperaba a una amiga, que quizá ya se había ido, que la necesitaba y no respondía… Y de repente llegó, llegó su voz, y con ella su victoria de la V, y con la victoria su sonrisa, y con la sonrisa sus labios, y con sus labios el lengüisopeo, y con ello la miel de sus cabellos, y con ellos su nariz respingada, y con la nariz sus nalgas redondas, y con ellas mi recién despierta líbido, y con ella la primera mirada que le dediqué, y con ella el haberme sentado adelante, y con eso la invitación y al final, todo aquello que con ella, dueña de cada último pensamiento y del anterior antes de éste, se volvía un pequeño rompecabezas que devenía en una ínfima pero especial casualidad… solo pude decidir, con la convicción más grande, que irrevocable y definitivamente la buscaría, pero después. Así que la ignoré, la saludé escuetamente, me alejé y las dejé hablar tranquilas; al final se despidió con un beso en la mejilla y una sonrisa.

Parece un chiste, aún no sé si el peor o el mejor chiste de todos. La paradoja me golpea de lleno en la cara, me estrella con fuerza titánica, meteórica, hecatómbica… toneladas de presión por centímetro cuadrado me aplastan de repente en un dolor que no duele, en un llanto que no llora, en una ansiedad mezclada con vuelos de mariposa que me hacen deliciosas cosquillas en algún vacío bien adentro. Se supone que estas cosas no deben pasar, se supone que siempre tengo el control de la situación y soy tan claro como contundente; se supone que con haberla cazado como con olfato de lobo, nada iría mas allá de las ganas de atrapar su lengua, su piel, su calor y su humedad. Mil maneras de robar, de crear y hasta de atraer besos aprendí ya con el tiempo, y con estos las caricias, y luego el estertor de las almas, y los gemidos, y las mordidas, y las sábanas que se desgarran y escurren… Sólo después de eso me interesa conocer a alguien, a su charla profunda y a las tertulias de sinceridad absoluta que solo nacen después de las explosiones líquidas y el hervor de la carne.  Mi sistema es casi infalible. «Casi» porque hasta hace poco menos de una semana presentó una falla que no contemplé posible. Pareciera que finalmente mis demonios más inquietos, como niños en una cocina, bajo riesgo de caídas, chichones y raspones, lograron trepar las alturas y alcanzar el tarro de los dulces y la calma que desde hace tanto anhelaban.

Sí, la busqué, stalkeé el grupo en el que actúa y facilito me gané una serendipia, ¡efectivamente canta!, los ángeles le hacen coro a los gestos sublimes y las notas que pesca con guitarras, pianos y paisajes que acompañan sus melodías.  Insistí como cinco veces y, al final, luego de ver que por alguna razón mis invitaciones no llegaban o eran rechazadas, me decidí por un mensaje. Lo respondió. De repente estoy escarbando en lo más profundo de mí, desempolvando un lenguaje que creí muerto por exceso de azúcar, 31644618495_a4130b42a0_ztrascendencia y hasta ternuras codificadas en la inocencia más cursi, la curiosidad de niño y la facilidad de asombro por la vida. Jamás una completa extraña me había parecido tan familiar, siento que la conozco desde hace dos o más vidas, descubrí que fuimos átomos hermanos en el día en que la Nada y el Todo comenzaron a ser; la música, la magia, la forma en que nos regalamos coincidencias y casualidades… todo esto es inverosímil, absurdo. Le confesé mis sombras, la enteré de lo terrible que soy, me abrí sincero y no dejo de contemplar la posibilidad de que ella y yo ya nos hayamos amado desde mucho antes del tiempo, siento que solo faltaba vernos para confirmar un sentimiento que había estado sellado en los conjuros del mismísimo secreto de la vida. Me encanta, me seduce, me embruja con su alma musical. ¿Robarme su boca para no devolverla?, ¿fusionarme en su sudor y destilar viajes como la miel más liquida en su cuerpo?, ¿descifrar todos los misterios del universo en ese espacio sagrado que comprende mi lengua y su entrepierna? A todo sólo me puedo responder que sí, pero primero la quiero amar, amarla en el sentido más puro y sensato, en el más vacío de pretensiones, amarla y amarme a mí a través de ella, amarla mil veces, y escribirla, y presenciar millones de veces cómo se destruyen y se reconstruyen los mundos mientras calculo la edad de nuestras almas.

La voz, la música, la calma, los pasos y los ojos que escriben su caminar por el mundo, el fluido existir, la delicada belleza que viste, la espontaneidad y gratitud con la vida que la eligió en este ahora y en este donde… todo, absolutamente todo este paquetito pacífico e inofensivo, sin la más mínima gota de la perversión que suelo destilar yo mismo, me excita en remolinos de paz y voluntad irascibles. Le quiero dedicar canciones, caricias con calor del sol, besos con arrullos de luna; y letras, todas las letras habidas y las que no me he inventado aún… A su alma le dedico la mía, mis armonías y temores; lo mejor y lo peor de mí.

Esperé a que, con la mano, el director la señalara y así saber su apellido, luego de los agradecimientos previos a bajar del escenario. Y, a pesar de mi envidiable memoria, no recuerdo ni la mínima parte del nombre de sus compañeros, todos mis sentidos la acechaban como un huracán. La mano apuntó a su cabeza e inspiró una corta venia de salutación…

… «MB».

6 comentarios sobre “Emebé

  1. Me llego la sugerencia de tu blog hoy pienso que entrar fue una decisión muy acertada. Creo que es un acto muy valiente enfrentar lo humano que eres… me encanta lo que escribes, atrapas con mucha fuerza… esa chica es muy afortunada de haber cautivado tus bendiciones y maldiciones. he leído esto tres veces y tres veces te felicito! Quiero que alguien me retrate así como tu retratas ese amor meteorico! No pares de escribir!!!

    Saludos desde Mexico!!!!

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  2. ¿Hola qué tal? Quiero preguntar si tenés más historias, es genial lo que escribís pero veo que tenés solo una semana en wordpress. ¿Tenés alguna publicación o más textos? Quisiera saber más de vos. Por favor no perdás el impulso… Esto tiene pinta de ser algo más que un libro!!!

    Un abrazo desde Córdoba, Argentina!

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  3. Hay que tener huevas para confesar un amor desde lo más animal hasta lo más sublime sin andarse mostrando como un principe siempre. Hay que tener un corazón grande y talento como usted para escribir tanta maravilla…

    Felicitaciones desde Manizales parcero!

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  4. Se puede sentir un amor muy lindo al tratar de imaginar todas esas cosas que esa mujer causo en ti. Debe ser hermosaaaaaa! También se sienten celosssss… quiero un amor asiii conmigo! Felicitaciones y mucho animo Felipe!!! Te leo desde Cusco Peruu!!

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  5. Ha sido una de las lecturas que mas me ha gustado, en cada palabra que lei, imagine….me gusta como escribes, la manera que te expresas, transmites mucho!
    Me encanto! Te felicito Pipe!!!
    Saludos desde Canada 😗

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